domingo, 24 de mayo de 2009

Paz y Educación


Aparentemente la violencia es fácil de aprender, mientras que la paz puede resultar más difícil de enseñar por sí sola, haciéndose necesario utilizar recursos para poderla colocar en situaciones favorables para su aprendizaje.
Si nos guiamos por algunas percepciones y afirmaciones sesgadas en noticias sensacionalistas podemos llegar a creer que las instituciones educativas son centros más de violencia que de paz, cuando es justo lo contrario: con carácter general son espacios en los que la mayor parte de las relaciones que se producen son más pacíficas que violentas y los conflictos que surgen se suelen regular mayoritariamente de forma noviolenta.
Además, en zonas sociales especialmente conflictivas, los centros educativos suponen uno de los escasos lugares de convivencia o, al menos, de coexistencia noviolenta, e incluso de protección para los niños y niñas que a ellos asisten frente a la violencia exterior.
Como ya he dicho, la violencia es llamativa. En cambio, estamos menos acostumbrados a percibir la espectacularidad de la paz. No es que no se den experiencias de convivencia pacífica, de solidaridad, de regulación pacífica de los conflictos, etc. en las relaciones humanas. Estos acontecimientos son, sin duda, muy frecuentes, pero no estamos acostumbrados a detectarlos, ni a vivirlos y disfrutarlos.
Si la paz es un valor social y educativo, tenemos la obligación de conocerla para que podamos considerarla contenido de enseñanza.
Realmente ¿se da la misma importancia a los contenidos matemáticos que a los pacíficos a la hora de evaluar y calificar a nuestros alumnos?
Las estrategias encaminadas a que nuestros alumnos se eduquen deben estar dirigidas más a crear situaciones donde se experimenten experiencias de convivencia y de resolución pacífica de los conflictos, que a explicar teóricamente las formas de convivencia entre las personas de diferentes culturas y los tipos de conflictos que se pueden generar.
Deben crearse condiciones didácticas para que los alumnos vivan situaciones en el aprendizaje sea lo más completa posible.
Cada día en declaraciones de todo tipo, la paz es, para la inmensa mayoría de las personas, un valor universalmente aceptado, pero que, en cambio, no se fomenta con el mismo grado de importancia en la práctica cotidiana.
Sólo cuando las situaciones de violencia social son muy llamativas, las sociedades se vuelven hacia las instituciones educativas para reclamar la importancia de la educación en los asuntos relacionados con la Cultura de Paz.
Digamos que, sin negar que la sociedad reconoce y valora la importancia que tiene la educación y las instituciones escolares para prevenir estas conductas, también tenemos que reconocer que en ciertas ocasiones se cae en una culpabilización recurrente de las mismas, que resulta injusta en la mayoría de los casos.
Conviene no olvidar que en muchos casos la principal acción educativa va a consistir en neutralizar valores negativos o compensar carencias. No obstante, tenemos que aprender también a identificar y valorar las situaciones pacíficas y los comportamientos conciliadores presentes en dichos ámbitos de socialización.
Recordemos que, en síntesis, la idea de la transversalidad trata de considerar como contenidos una serie de aspectos de alta relevancia social y educativa, como la paz, el medio ambiente, la salud, la igualdad de género, el consumo, las relaciones interculturales, etc.

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